Hay días en que no sucede lo que esperas. La noche anterior
termina de una manera esperanzadora de que al día siguiente todo va a
mantenerse así, o incluso, va a ser mejor. Pero cuando amanece, ni siquiera ha
salido el sol y te encuentras con un cielo oscuro lleno de agua, y tratas de
sacarle lo positivo al momento: haces algo fuera de lo cotidiano con la fe en
que "será un excelente día", porque el nuevo que empieza es único.
Las manecillas del
reloj se mueven y aún sigue lloviendo. Y como es "lo más lógico"
sacas una sombrilla para protegerte del agua. Continuas tu rutina, tus
actividades diarias y la vida se equilibra, todo está plano. En el transcurso
del día van sucediendo otras situaciones, pero por un sólo descuido, llámalo
efecto mariposa, teoría del caso, causa-efecto, o simplemente, llámalo vida,
pierdes la sombrilla. Y todo el día se centra en eso. Desmeritas todo lo que te
rodea por estar pendiente de un objeto inanimado que puede ser sencillamente
reemplazado, y no eres capaz de ver más allá de la nariz.
Por esa concentración, se crean momentos tensos que te hacen
perder el equilibrio y entras en una depresión absoluta que no te queda otra
opción en aceptar la realidad y adaptarte a estar de esa manera: deprimida.
Intentas buscar el porqué pasó lo que pasó, y es en ese
entonces, cuando logras comprender en que tu día no esperado no fue provocado
por la sombrilla, sino por ese momento que se salió de lo común cuando comenzó éste.
Luego sale a flote el condicional "si yo
hubiera.." y lo haces culpable de todo lo ocurrido. Sin embargo, cuando lo
suprimes de tus pensamientos, eres capaz de ver más allá y entiendes lo
maravilloso que fue tu día: llovió, se mojan los zapatos, las personas se ríen
de lo que pasó, se pierde la sombrilla, sigue la risa, se va la luz, sigue la
risa, y finalizas el día compartiendo en la oscuridad en el balcón con un clima
frío junto a lo mejor que puedes tener: tu familia.
Hay días en que no resulta como quisieras por simples
detalles únicos que decidiste realizar,
pero así es la vida, sólo al final del día, todo lo malo se convierte en
momentos imperfectamente perfectos, sólo porque eres adicta a lo impredecible y
esperas con ansias las consecuencias, sean buenas o malas sin darle tanta
importancia, porque de esa manera haces lo que más te gusta: vivir.
Luego sale a flote el condicional "si yo hubiera.." y lo haces culpable de todo lo ocurrido. Sin embargo, cuando lo suprimes de tus pensamientos, eres capaz de ver más allá y entiendes lo maravilloso que fue tu día: llovió, se mojan los zapatos, las personas se ríen de lo que pasó, se pierde la sombrilla, sigue la risa, se va la luz, sigue la risa, y finalizas el día compartiendo en la oscuridad en el balcón con un clima frío junto a lo mejor que puedes tener: tu familia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario